Un paso adelante, luego inclinarse ligeramente hacia un lado. Así uno debe bailar. Pero entonces retumba y nos paramos en seco. No es tan elegante como lo previsto; el TUVALU varado en la arena.

Fuera en el Atlántico se están cocinando los primeros huracanes. Señal inequívoca de que la temporada ha terminado y que debemos mover nuestra casa flotante a un lugar seguro. Así pues el viernes pasado en Placencia (Belice) hicimos el trámite de salida del país para navegar las últimas 35 millas a Guatemala. Nuestro querido TUVALU parece sentir el final de la temporada y una vez más demuestra su potencial. Con magníficos vientos de través corremos hasta 9,5 nudos. ¡Navegación pura!

El último fondeo es Tres Puntas en Guatemala. Escondido detrás de una hermosa playa con palmeras hay un pueblo pesquero. Tomamos el bote i fuimos a tierra. Alegres niños nos sonríen y rápidamente estamos involucrados en charlas agradables – ¡estamos en un país de habla española! Varias decenas de familias viven aquí. Casas de madera encima de pilares, con techos de caña. No hay electricidad, no hay televisión, ni internet, ni coches, ni carreteras – pero una tranquilidad increíble. El pequeño Vicente, que con entusiasmo nos ayudó a subir el chinchorro a la playa, nos explica de que trabaja la gente por aquí. Él también quiere ser pescador. Igual que su padre.

No hay ningún médico, ni hospital, ni policía. La única conexión de transporte es el mar. Por lo menos, el pueblo tiene una pequeña escuela primaria. La maestra – que también nació en el pueblo – nos lleva a la aula austera. El único edificio del pueblo que se construyó con hormigón, parece que aguanta huracanes. A pesar de ser domingo enseguida hay un grupo de niños alegres a nuestro alrededor. Cuando nos vamos tres de ellos nos preguntan si pueden visitar el TUVALU. Por supuesto los llevamos a bordo. Por primera vez en su vida visitan un yate moderno – pero probablemente saben más del mar que nosotros. De nuevo la bañera del Tuvalu vuelva a convertirse en una aula flotante. Los niños asombrados y con risas felices – y la tripulación igual de contenta.

Una vez mas notamos que lugares como estos uno no lo puede visitar sin proprio barco. ¡Que afortunados nos sentimos de poder experimentar esos momentos!

El lunes por la mañana nos dirigimos al otro lado de la bahía, a Livingston. A las 09:27 hay la marea mas alta del mes. El mejor momento para cruzar el banco de arena, muy poco profundo para nosotros. Detrás de dicho banco se encuentra la desembocadura del gran Rio Dulce. Estamos llenos de esperanza. Pero entonces el TUVALU retumba. El baile ha terminado y estamos varados en el barro. 2,10 m de calado era demasiado.

Sólo cuando damos todo la fuerza del motor y con la ayuda de un barco de pesca que inclina el TUVALU a un lado, avanzamos lentamente. Probablemente el antifouling está raspado al fondo de la quilla, pero más el barco no ha sufrido. No teníamos muchas alternativas: Detrás de nosotros un mar potencialmente con huracanes, otros puertos seguros estarían a cientos de millas en el sur, en Panamá. Pero después de vente minutos, finalmente deslizamos sobre el banco de arena y el TUVALU baila de nuevo felizmente en olas suaves.

El papeleo de entrada al país con cuatro autoridades diferentes, todos muy simpáticos, se resuelve gracias al agente Raúl (!Que Dios te bendiga!) en un tiempo récord. Ante nosotros se encuentra sólo agua dulce, un crucero por el río y mas allá lagos seguros de huracanes. Bienvenido en Guatemala.