Je crois qu’un homme est un nomade, il est fait pour se promener, pour aller voir de l’autre côté de la colline.
¿Quien mejor que Jaques Brel para decir por qué a uno se le ocurre dar vueltas en un velero por el mundo? Aquí en Hiva-Oa, donde el cantante Belga, navegante, piloto y actor llegó a su última etapa. Estamos delante de su tumba, situada en la cima del pueblo de Atuana, con una vista impresionante hacia el Pacífico infinito. El hombre es un nómada, hecho para caminar, para ver que hay al otro lado de la colina…
Pero el omnipresente Brel también forma parte del dilema eterno de la polinesia francesa. Pero con el “descubrimiento” occidental de las islas por parte de Alvaro Mendaña de Neira en el año 1559 empieza el desastre para la población indígena. Recogiendo mangos con la Luise en Hapatoni, me empieza a contar del pasado. Luchas crueles entre las tribus, pero sobre todo por las enfermedades introducidas por los europeos se empezaba a reducir drásticamente la población. En la isla Tahuata de unos seis mil han pasado a ser unos doscientos. Luego, en los años sesenta los franceses realizan pruebas aéreas de bombas atómicas en el atol cercano de Mururoa en los Tuamotus. Después de las detonaciones espantosas bajaba la lluvia nuclear sobre los niños jugando desprotegidos – y el indicador de mortandad por cáncer sube a las nubes. Nunca hemos visto tan poca gente mayor en un pueblo. Luise retrata: se explicaba a la población que solamente las bombas atómicas americanas eran peligrosas para la salud – y no las francesas.
Pero a pesar de los desastres imperialistas del pasado los marquesinos nos reciben con los brazos abiertos. En nuestras paradas en los fondeos paradisíacos a sotavento de las islas Hiva-Oa y Tahuata charlamos enseguida con ellos y nos regalan pomelos, limones, papayas y pescado. Jugamos a fútbol con los niños, les llevamos gritando dando vueltas con el dinghi delante de la costa. Nos invitan a comer, visitamos sus escuelas e iglesias. Los sitios arqueológicos con sus famosas estatuas humanas de piedra, los Tikis, que visitamos, nos parecen ser solamente testigos de una cultura del pasado ya muy olvidada. Pero a pesar de todos los desastres occidentales aun hay mucha de esa estupenda calidad humana polinésica. Gracias a que son tan acogedores nos facilita mucho nuestro empeño de mirar lo que hay al otro lado de la colina…
Que sitio tan paradisíaco! Muy bonitas las fotos. Imma, que pelo tan largo tienes ahora.
y nosotros aquí babeando con vuestras fotos,ufff que desastre . Imma ya eres una autentica polinesica fabuloso .