El ascensor baja con una inclinación espantosa del Cerro Concepción hacia el mar. Cuarenta y cinco cerros con una edificación densa constituyen la topografía de la ciudad. Un caos armónico de calles y casas. Fachadas de todos los colores y dibujos. La mayoría de los edificios en un pésimo estado. Una ciudad que rasca, irritada, que no se abre a la primera vista. Los buenos tiempos de Valparaíso ya han pasado hace mucho tiempo – lo que permite espacios para la nueva creatividad. Como el maravilloso nuevo centro cultural en la antigua cárcel, la arquitectura contemporánea brillante de Joaquim Velasco en el DIN-399 y en el hotel Cirilo Armstrong – donde estamos alojados. Además tenemos la suerte de compartir el tiempo con nuestro amigo arquitecto Diego Baloian de Santiago – introduciéndonos en la arquitectura, cultura y comida chilena.
Pero la ciudad es también un anfiteatro. Frente a ella se encuentra el escenario; desde los miradores podemos observar la interminable extensión del Pacífico. Hace mucho tiempo el puerto era el mas importante de América del Sur. Ahora es más un triste testimonio del tiempo pasado de gloria. Un león marino soñoliento duerme encima de una enorme boya oxidada de los cargueros. Todo está un poco descuidado. La construcción del canal de Panamá ha robado al puerto su importancia – y con eso la razón de ser de a la ciudad. A nosotros nos gusta esta ciudad de melancolía. Y soñamos con Pablo Neruda, el poeta de la ciudad y premio de Nobel de literatura:
El Océano Pacífico se salía del mapa! No había donde ponerlo. Era tan grande, desordenado, azul que no cabía en ninguna parte. Por eso lo dejaron frente a mi ventana.
Magníficas fotos y muy interesante post. Felicidades!
Abrazos