Sin duda cuando sueltas amarras tienes una vaga idea de adónde quieres ir, pero a menudo las cosas resultan ser distintas. Porque aunque pudimos arreglar muchas cosas en la marina sin estrés ni presión de tiempo, aún quedaban algunas cosas por hacer. Por el camino, me puse a trastear por el barco y poco a poco lo puse todo en marcha de nuevo. Después de todo, tengo tiempo. Pero el indicador de viento electrónico situado en lo alto del mástil sigue fallando. Subir varias veces y sustituir la pieza electrónica no da ningún resultado: la pantalla permanece en negro. La conexión de la parte superior del mástil está corroída, por lo que también es necesario un cable nuevo en el mástil. Bueno, ha durado veinte años y al fin y al cabo ha dado la vuelta al mundo.
No hay duda de que se puede navegar sin el indicador electrónico de viento. Solía hacer lo mismo como joven navegante de vela ligera en el lago Constanza (Suiza). Las olas muestran a dónde y con qué intensidad sopla el viento. Pero sigue siendo práctico disponer de los datos del viento, sobre todo cuando el Meltemi sopla con fuerza aquí en el mar Egeo a partir de julio.
Así que las primeras semanas nos dirigimos hacia el sur, en lugar de hacia el norte, como habíamos planeado. Nuestro inesperado rodeo también nos permite navegar junto a Marcos en su velero Stromboli (el que cruzó el Océano Índico conmigo) y su amable tripulación, formada por Jaume y Ramón, navegamos por las islas Dodecanesos hasta Symi. Exploramos volcanes, capillas ortodoxas, museos de elefantes, cabras balando y, por supuesto, los numerosos y agradables restaurantes griegos. Allí en Symi volvemos a separarnos, Stromboli tiene que seguir hacia Rodas, nosotros tenemos que ir a Leros, donde por fin con la ayuda de un técnico arreglamos el indicador electrónico de viento.
Volvemos a ser marineros, lo que ha caracterizado nuestras vidas en los últimos 12 años. Imma espera con impaciencia las videoconferencias de nuestra nieta y hija cada mañana. Mientras tanto, yo me abro paso entre la sentina, los cables enredados y los sables enmarañados. Este verano, el plan es dar una gran vuelta por el mar Egeo. Pero el viaje es el destino.
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