«El arrecife de Raroia tiene forma oval con un diámetro de 40 kilómetros y orientado al este, desde donde llegábamos balanceando. El arrecife en sí, que se extiendo de horizonte a horizonte, mide sólo unos pocos cien metros de ancho, y detrás se encuentran islotes idílicos en fila india y en medio una laguna tranquila».

Pues, aquí queremos entrar. «Las espumas blancas del océano saltaban hacia el cielo. Nuestro primer pase de arrecife en las Tuamotus». 1947 Thor Heyerdahl llegaba desde el lado este con su balsa, sin saber exactamente donde estaba y sin gran capacidad de maniobrar. Nosotros lo tenemos mejor, llegando del oeste. Con GPS, Apps de mareas, cartas electrónicas y motor. Sabiendo donde está el único pase navegable por los arrecifes.  Pero estamos demasiado pronto. En la entrada aún hay una corriente saliente con una ola estacionaria de bien un metro. Que inevitablemente nos entra en la bañera. No obstante: balanceo balanceo y dentro estamos.

Un atolón en medio del océano es el ensueño pora cualquier navegante. De repente te encuentras como en un sopero enorme fondeado tranquilamente en la agua turquesa. En el límite del plato se encuentran islotes de arena con cocoteros, arrecifes de corales, millones de peces de color y el mar bramando. Con marea alta entra por los bordes al sopero, con marea baja el agua sale por los pases. La sopa está llena con trozos de patatas, cabezas de corales grandes que se ve perfectamente con su color de oro, navegando en slalom procurando evitarlos.

Juntos con los JOSHUA’s fondeamos primero delante del (único) pueblo y gente muy simpática. En cuándo el viento gira cruzamos el atolón para fondear cerca de los arrecifes del otro lado, a unas cinco millas. A la Fena Kon-Tiki, la isla donde Heyderdahl naufragó.  La isla tenía la apariencia de un macetero verde rebelde, o bien como un trocito de paraíso comprimido. Hoy en día todavía está así. Humildemente observamos la pequeña placa en memoria del naufragio del KON-TIKI e intentamos de imaginarnos como hace 68 años pasó todo. Justo aquí. En el arrecife delante nuestro se rompió la balsa, en la misma isla se salvaron los hombres. Una semana más tarde fueron descubiertos por los habitantes del pueblo del otro lado del atolón.

«Una ola enorme se nos metía por debajo y percibimos como elevaba el KON-TIKI hacia arriba. Era el momento clave. Llegamos a la cresta de la ola con velocidad, la balsa rugiendo, chillando. Notábamos como por de abajo nuestro se movía y descompuso (…). En este mismo instante ví el mar encima mío. Enseguida noté un golpe terrible, desapreciando a las masas de agua. Ahora el mar tronaba sin pausa encima nuestro. Finalmente dejó ver una imagen terrible. Como con un golpe mágico el KON-TIKI se había desconfigurado para siempre. La balsa, tal como la conocimos durante semanas y meses en alta mar, ya no existía. En segundos nuestro mundo acogedor fue destrozado, deshecho en un naufragio».

¡Puuu – por suerte el TUVALU ha encontrado magistralmente la entrada hacia dentro del atolón !

> citados (en cursiva): Thor Heyerdahl; Kon-Tiki – ein Floss treibt über den Pazifik; Ullstein, 1949

> posición Kon-Tiki en Raroia: 16º 03,87S 142º 21,54W