La primera racha golpea nuestro yate como un trancazo de martillo. El viento está silbando preocupantemente en la jarcia y el casco esta botando. Nos inclinamos de lado a lado, surfeamos anclados. Después de un giro rápido del viento de sur al norte pasando por oeste: el frente frio ya esta aquí.
En Cuba habitualmente los frentes fríos conllevan mucho viento y lluvia. Así decidimos hace unas días ir a una isla de mayor tamaño – la isla de la Juventud – donde esperábamos mejor protección. 60 millas de navegación placida en los vientos de alisios con mar plano nos han llevado por la tarde a la marina Siguana, la única marina oficial de la isla. Varias veces nos hemos asegurado – también por teléfono – si hay suficiente calado en la entrada al puerto. Si, ningún problema para nosotros, fue siempre la respuesta. Pues, perfecto.
Pero ahora, estando ya aquí, de repente nos dicen: 1.40 metros (¡…pero el TUVALU esta calando 2.10 metros…!). !Mierda! Lo hubiéramos tenido que saber, ya que no es la primera vez: No te confíes de ninguno si te dice algo respecto a las profundidades del mar. En vez de estar amarrado tranquilo y relejado en el puerto nos encontramos delante de un temporal sin protección entre viento y costa. Al lado nuestro hay dos yates mas con el mismo destino. Al menos no somos los únicos. Y dentro de la marina no hay ningún yate – que sorpresa…
Pero ahora, después de una noche tranquila, el frente ha llegado. 35 nudos de viento. 2 metros de ola. Lluvia horizontal, visibilidad pocos metros. Rayos y truenos. Los dioses parecen estar enfadadísimos. ¿Por qué? El yate francés está deslizando lentamente hacia la tierra, arrancando el motor se salva por los pelos y consigue fondear de nuevo mas mar a dentro. El inglés está en el pueblo (a una hora de distancia en bus)– escuchar la previsión meteorológica parece que no es lo suyo.
En el TUVALU todo está mas o menos en orden. A pesar de 35 nudos de viento, la ancla se ha agarrado perfectamente en la arena – gracias a 50 metros de cadena en 4 metros de profundidad. Que bonito sería si ahora estuviéramos en casa, tumbandos en el sofá y tomando una cerveza, mirar un partido del Barça. Después de 2-3 horas el frente ha pasado, el viento y el mar se tranquilizan un poco. Si no hubiera una humedad relativa de aparentemente unos 99% casi ya estaríamos cómodos.
La Marina Siguana tal vez sea representativo para muchas cosas en Cuba. Construida por los americanos aun antes del triunfo de la revolución de 1959, ahora está casi sin uso y en un estado lamentable. “No tenemos dinero para dragar la entrada al puerto” nos dice Ronaldo, el capitán del puerto. “… y si no lo dragáis no podemos gastar nuestro dinero pagando la cuota de amarre…” añadimos en silencio. Los milagros de la economía de planificación comunista.
No obstante la marina da trabajo a aproximadamente 12 personas. 24 horas al día están vigilando todo. Principalmente los pocos veleros que de vez en cuando están fondeados delante de la marina. Pero por supuesto hay mucho trabajo. En pequeñas libretas se apunta cosas aparentemente importantes. Se rellena formularios de varias hojas, a veces con papel de carbón. O no, que complicado. Se estampan sellos, se firma, se pasa todo al superior y este delega de nuevo. ¡Ufff! Además cada yate que llega se controla. Dos funcionarios llegan también a nuestro barco y abren todos los armarios. Lo que buscan es un misterio. Evidentemente también nos toca hacer con nuestro chinchorro servicio de ferie, ya que ellos no tienen barco proprio. Así pues: ¿Y como podrían conocer la profundidad del mar en la entrada?
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