El pescado crudo. Bueno, porque no. Durante semanas lo fermentaron en agua del mar. Pero ahora esta especialidad polinésica está en el plato delante de mi. Huele infernal. Hina, que después de nuestra habitual visita dominical a la iglesia, nos invitó a comer a su casa de la playa en la cala Hanaiapa de Hiva-Oa me está mirando con expectativa. Es para vomitar. Después de tragármelo, no se como, tengo que confesar: en la boca el gusto es algo menos terrible. Hmmmmm! (..si mi mama aun hubiera podido observarlo: en casa comía como mucho de forma excepcional las barritas de pescado frito).
Enseguida después de pisar tierra nos adoptan. Bonyur, bunyur, hapae, hapae… – y ya nos integran en su comunidad. En el pueblo paradisíaco Hanaiapa primero era Charles, un pensionista activísimo que nos invita a tomar café. Después de enamorarse de Imma, despidiéndose nos regala papayas, pomelos y plátanos. Mas tarde nos toca la ya mencionada familia de Hina. Abuela, mama, hijos y varios indefinidos padres de los hijos. Juntos con nuestros amigos navegantes franceses Yves y Eve pasamos la tarde charlando de la Polinesia, de la cocina, del amor y del mundo entero. Intentamos de entender, mientras ellos dicen: quedaros aun unos días mas.
El día siguiente volvemos al pueblo. A pesar de que inequívocamente llevamos ya toneladas de frutas hacia la playa, otros habitantes del pueblo nos ofrecen mas frutas. Es verdad, seria injusto si solamente aceptáramos regalos de una sola familia. Una situación que con toda la seguridad no se da nunca jamás a un extranjero en Zúrich o bien en Barcelona.
Pero llega el día de marcharnos. Después de una travesía nocturna tranquila fondeamos en la isla de Ua-Huke, y que sorpresa: es domingo. No solamente el Barça ha ganado la champions, también nos toca ir a la iglesia. ¡Y como cantan! Después de la misa queremos explorar el pueblo Vaiapee y subir a las montañas altas que lo rodean. A dedo, el transporte público de las Marquesas. Mathew, muy robusto, lleno de tatuajes para con su Jeep viejísimo. Por supuesto nos puede llevar. ¿Si podría cambiar filtros? Claro, soy navegante. Damos la vuelta. En casa me da las instrucciones: “Aquí el filtro, abre el capo, y por ahí se encuentras alguna herramienta oxidada”. Yo aun con mi camisa blanca de la misa. “Y si lo tienes acabado también toca inflar las neumáticos”.
Que no se hace para conocer nuevas culturas….
je je eres todo un magiver,ami cierto pescado también se me atraganta uff lo siento por ti . besos a repartir