En su barca pequeña – cargado solamente con lo más necesario – navegaron el fiordo en dirección norte buscando un lugar adecuado para su asentamiento. En aquellos años la bahía estaba completamente despoblada, no había ningún habitante, el bosque llegaba hasta la playa, por lo tanto tuvieron que limpiar, y la paja canutillo, que era muy abundante, sirvió como primer material para la construcción de un rancho.
Hoy nos encontramos sentados en el mismo lugar con café y kuchen, en la acogedora sala de estar de Luisa Ludwig Winkler, hija de uno de los padres fundadores del pueblo de Puyuhuapi. La señora de 64 años nos cuenta la historia de su familia. Quedamos impresionados por el coraje, entusiasmo y capacidad de resistencia de esta generación de colonos.
Su padre y tres de sus compañeros de estudios eran alemanes sudetes de Rossbach en la frontera de Bohemia – Bávara (en aquellos tiempos parte de Checoslovaquia). 1935, es decir durante la crisis del período de entreguerra, decidieron emigrar. Sabiamente intuyendo cuál será el futuro con el nacionalsocialismo en la Alemania vecina de Hitler. Así mejor buscar otras tierras para un mundo mejor. Lleno de idealismo y sin demasiado conocimiento del lugar eligieron Chile. Les parecía comparable a las condiciones de su pueblo, con más precipitaciones pero con una temperatura y un paisaje similar.
Pero como siempre el paraíso no era tan perfecto. Primero tenían que cortar con mucho esfuerzo el bosque tupido con el fin de obtener tierras para la actividad agrícola y ganadera. Las dos primeras chozas improvisadas fueron arrastradas por el río y la marea. La tercera se quemó por un incendio. Me puedo imaginar perfectamente cómo estaban – maldiciendo y vacilante bajo la lluvia fría patagónica – enfrentándose una vez más a un nuevo, tercer comienzo. Pero poco a poco arrebataron a la naturaleza su nuevo hogar. Con la construcción de las siguientes chozas el asentamiento poco a poco se convirtió en una aldea, nuevos colonos llegaron, finalmente también mujeres, y consecuentemente los primeros hijos nacieron – así también «nuestra» Luisa.
Hoy Puyuhuapi es un pueblo chileno típico, idílico y soñoliento. Rodeado de un hermoso campo virgen, situado en la orilla de un golfo dónde de vez en cuándo se puede observar delfines y leones marinos. ¡Un paraíso! Casi nada nos recuerda a primera vista a las dificultades de los primeros años. Excepto tal vez algunos nombramientos. La cerveza artesanal del pueblo se llama Hopperdietzel, nuestro hotel Casa Ludwig, el el café Rossbach. Justo ha pasado saltando una niña delante nuestro. Su pelo es rubio y con ojos azules. Patria es ahí donde nos quieren.
NB. Cuando finalmente nos vamos, la señora Luisa nos deja un ejemplar de un libro escrito por ella: «Puyuhuapi – curanto y Kuchen». Es la historia de su aldea. En la segunda página nos anota: «Para Hans, el nuevo embajador de Puyuhuapi en Suiza y en el mundo». ¡Pues, con gusto acabo de empezar mi nuevo trabajo!
Hola, muy lejos os vais para ver lo mismo que en Suiza! Muy bonito es de todos modos.
Hola, es ist eindrücklich zu erfahren, wie das Leben vor nur gerade 2 Generationen äusserst beschwerlich und trotzdem eine Quelle des Glücks war. Unsere täglichen kleinen Sorgen sind im Vergleich geradezu lächerlich. Sehr interessanter Bericht – wie immer. Vielen Dank!